Que después de cada herida no quede cicatriz es apenas remotamente posible, más bien difícil, pero a la mierda la vanidad.
La vanidad de querer alcanzar el imposible de lo perfecto…
… de perpetuar la pureza como una incómoda virginidad.
La cicatriz tiene que quedarse como un mapa, ojalá grande y lo más expuesto posible. Mapa de vida, el recuerdo de una herida, la experiencia vivida, un poco de sabiduría.
La cicatriz tiene que exhibirse como trofeo de guerra, diploma de sobrevivencia de discusiones y amores perdidos.
La cicatriz habla de la batalla peleada mientras la piel nunca expuesta calla hasta el atardecer de la juventud. El sex appeal anochece con el cuerpo.
Cuando estemos viejos ya no tendremos más piel para lamer o contemplar.
La compañía o la soledad en la que nos encontremos se aferrará a lo que queda de esos mapas, trofeos, manchas y diplomas y el amor -si acaso- habrá que encontrarlo debajo de esta o más allá de la misma piel.
La belleza esclaviza, es demandante, y como una novia caprichosa, promete que se queda, pero un día se va.
La fealdad asumida libera, es mejor amante, más fiel y agradecida. Es todo lo que queda.
Qué pena el gasto donde el dermatólogo, pero ya que la herida insiste tanto en rasgar y rasgar por el mismo lado… LA CICATRIZ SE QUEDA!!
Lú
May. 26. 13